Mi historia comienza en la adolescencia y te platico por qué lo creo así.

Durante mi adolescencia y juventud, tuve SOP (síndrome de ovario poliquístico) y no lo supe, sino hasta ahora. Me di cuenta por los síntomas que se presentan: periodos irregulares, sangrado abundante con coágulos, espinillas y barros en cara, escote y espalda, y por si fuera poco, cólicos menstruales, prácticamente desde mi primer hasta mi último periodo.

Me casé y todo estaba bien, aunque seguía con cólicos y en ocasiones con periodos irregulares, pero todo dentro de lo “normal”. Sin embargo, llegó un momento en el que empecé a sentir dolor durante la relación sexual, cólicos más fuertes que me imposibilitaban trabajar y en ocasiones tenía un flujo muy abundante y en otras casi no tenía flujo. Y fue ahí donde empecé a ver el problema, ya que desarrollé endometriosis y esto me llevó a que me realizaran una histerectomía radical. Sentí que me habían “mutilado” y aunque suene extremo, así lo percibí yo.

Tenía apenas 39 años cuando inició mi etapa de la menopausia a causa de esto… caí en depresión, pues me sentía como si como mujer valiera menos, tenía miedo de lo que vendría.

Y fue pero cuando empecé a experimentar los síntomas.